Inaugurado en diciembre del 1909 el Hotel Plaza es considerado una gema entre los hoteles de la Habana, por su diseño triangular, su imponente fachada neoclásica y su vestíbulo, con la adorable fuente sevillana en el centro, abundante vegetación, los suelos originales y los ventanas Art Nouveau con vitrales de colores que filtran la luz tropical creando una atmófera muy especial.
Es una pena que El Plaza haya estado descuidado tanto tiempo y que ahora necesite reformas importantes para recuperar su perdida elegancia. El servicio, además, no está a la altura de las expectativas de la mayoría de sus huéspedes y el mantenimiento, en particular de las habitaciones, deja mucho que desear. En ellas se pueden encontrar problemas como: lavamanos sin agua caliente o sin tapón; azulejos partidos o sueltos; cables pelados en tomacorrientes que están sueltos de la pared; duchas que no drenan por lo que el baño se inunda...todo esto añadido a que las habitaciones no están insonorizadas por lo que algunas resultan ruidosas.
El hotel en su totalidad necesita reformas que esperamos reciba pronto. Mientras estas lleguen sus virtudes se reducen a su ubicación, a corta distancia de todas las atracciones del centro histórico de la Habana; su terraza del último piso, que ofrece vistas únicas de la ciudad y en especial del Edificio Bacardí; su encanto de días pasados de gloria, el cual uno puede aún sentir apenas entrar al lobby.